/ febrero 7, 2024/ Blog, Desarrollo Personal
A mis 17 años me escapé de una secta. Bueno, no es que me escapase… Pero sí me liberé de una religión que inicialmente parecía como de «vibra positiva» de la espiritualidad actual. Más tarde, también escapé de esos grupos… Una cosa importante para el contexto: crecí en un hogar sin sitio para las emociones y con una dinámica narcisista-co dependiente. Puedes escuchar más sobre esto aquí (en inglés).
Navegando creencias: El cuento de una adolescente acosada explorando la espiritualidad a través del Opus Dei
Empiezo por el principio. Acababa de cambiar de colegio porque me hicieron bullying por ser la «empollona» o «friki» que (ahora, con orgullo) soy. Antes de que comenzara el año escolar, fui a un campamento de verano con un grupo de personas asociadas con el colegio nuevo y con el Opus Dei. Como cualquier otro campamento de verano, yo me esperaba algo relacionado con la aventura, deportes, naturaleza… Y bueno, eso lo hacíamos tres veces por semana, pero era un campamento de verano cristiano.
Íbamos a misa todos los días, rezábamos el Rosario todos los días y teníamos talleres diarios con monitoras sobre Jesús… También teníamos un sermón diario con un sacerdote, que en realidad no me molestaba. Como persona introvertida, tengo un mundo interno bastante rico, así que el desarrollo personal siempre me ha interesado. Sin embargo, nunca había tenido un espacio seguro con nadie para hablarlo o compartirlo. A pesar de que la parte religiosa era un poco excesiva (y ahora, mirando hacia atrás, definitivamente entraba en categoría «secta»), pude aprender alguna que otra lección y aplicarlas a mi vida, me divertí y las chicas en el campamento de verano me hicieron sentir parte del grupo.
En el colegio nuevo, una vez más, me hicieron acoso escolar. Esta vez fue por diferentes razones, pero el resultado fue una adolescente muy insegura y necesitada de un grupo al que pertenecer. Tenía 15 años en aquel entonces y tenía muy pocos amigos, así que me involucré bastante en el grupo del Opus Dei. Después de clases, iba a un centro donde estudiaba y participaba en actividades con algún mensaje cristiano. Me abrí a ellas y pensé que eran amigas reales que me conocían de verdad.
Comencé a pasar menos tiempo con mi familia y otros amigos porque «es que ellos no lo entienden». Hablaban sobre la gente que había dejado el Opus Dei con una actitud de superioridad y desdén. Para sentir que pertenecía, asentía y hacía como que estaba de acuerdo, pero por dentro tenía miedo de ser una de las «personas malas que (eventualmente) se desvian hacia el camino del mal». También me introdujeron una «culpa» que me costó años sacudir. Decían cosas como «Jesús estaría tan triste si no vas a la Iglesia los domingos. ¡Murió en la cruz por tus pecados y tú ni siquiera puedes ir a la Iglesia?».
Después de dos años, me insinuaron, y yo en ese momento también lo sentí de algún modo, que Dios me había elegido para entregarle mi vida. Eso significaba meterme en el Opus Dei. Discutí con mis padres quienes, gracias a Dios (figurativa y literalmente), me pidieron que fuera a la universidad primero. No estuve de acuerdo con ellos al principio, pero comencé a hacer preguntas a la gente del centro del Opus Dei y no respondían o me daban respuestas que no tenían ningún sentido.
Tenía 17 años en ese momento, a punto de hacer mis exámenes para entrar a la universidad y e intentando ser una buena persona mientras seguía mi propio camino. Después de un par de semanas sintiéndome incómoda con ellas, me dieron la espalda. Me sentí abandonada por aquellas que pensé que eran mis amigas y mi sistema de apoyo.
Seguidores o Fanáticos: Descifrando las tendencias sectarias en la era digital de la espiritualidad
Unos años después de esto, habiendo ya sanado algunas de las heridas que el Opus Dei había creado en relación con Dios, me abrí nuevamente a la espiritualidad. Soy una persona interesada en aprender, así que después de 2020, comencé a seguir a gente diferente escribían o compartían cosas que me hacían reflexionar, especialmente aquellos que parecían personas normales tratando de mejorar y interesadas en el pensamiento crítico.
Debido a mi experiencia con el Opus Dei, «trabajo» sola en espiritualidad. Esto significa que soy muy consciente y cuidadosa sobre unirme a cualquier grupo porque se me hacía demasiado parecido a la religión. Después de estudiar más sobre otras culturas, la religión me resulta demasiado restrictiva. Sin embargo, en la época de las redes sociales, hay personas capaces de crear una imagen que venda de lo que quieran. Hay muchos influencers espirituales que son creativos, talentosos y hábiles en pintar una estética atractiva de la sabiduría espiritual que a menudo olvidaba usar mi discernimiento. Llegó un punto, en el que aceptaba conocimientos que no resonaban conmigo y estuve pendiente de «en vivos» y estuve más tiempo del que tenía escuchando a esta gente.
Aunque admito que no todos son sectas, muchos exhiben comportamientos de secta. Mientras continuaba sanando por mi cuenta, noté algunos patrones que me recordaban al Opus Dei. Los líderes a menudo se presentan como personas con acceso exclusivo a verdades superiores. Sus mensajes, aunque inicialmente inspiradores, a veces tienen un tono de culpa y manipulación. Hay una presión sutil para conformarse con sus enseñanzas, comprar sus productos y unirse a programas de membresía exclusivos que prometen un crecimiento espiritual incomparable. Lo que realmente me hizo despertar del trance fue presenciar el trato hacia aquellos que se atrevían a cuestionar a estos gurús digitales. Las tácticas que usaban para silenciar a los disidentes reflejaban las estrategias manipuladoras que yo había experimentado.
En 2020, muchos nos cuestionamos las cosas y buscamos sabiduría espiritual. En consecuencia, las comunidades digitales explotaron. Este cambio rápido a menudo implica cambiar o renunciar a relaciones antiguas. Estamos en una nueva realidad donde las cosas tienen más sentido, pero también puede sentirse más solitaria. Por lo tanto, el atractivo del crecimiento espiritual hace que los seguidores de estos gurús queden atrapados en una red de obligaciones y conformidad.
Después de quedarme en comunidades espirituales durante más tiempo del previsto, y con gratitud por el crecimiento en mi discernimiento, ahora soy muy cuidadosa con quien sigo y no interactúo a no ser que lo vea necesario.
Crónicas de Sectas: Navegando por la delgada línea entre religión, espiritualidad y explotación
Estas son unas características se identifican de manera común en estudios de psicología, sociología, sectas.
- Liderazgo autoritario: Las sectas o cultos suelen girar en torno a un líder autoritario que tiene un poder incuestionable. Se adoctrina a los miembros para que sigan las órdenes del líder sin dudarlo ni pensar críticamente. Este personaje autoritario a menudo es carismático, manipulando a los seguidores para que crean que la obediencia absoluta es esencial para la iluminación espiritual o la salvación personal.
- Aislamiento: Una de las características más significativas de las sectas es el aislamiento de los miembros de influencias externas. Esto sirve para controlar la información que llega a los seguidores, limitando la exposición a otras perspectivas que podrían desafiar la ideología del culto. El aislamiento va más allá de la reclusión física; las sectas pueden fomentar el distanciamiento emocional de la familia y amigos que se perciben como una amenaza para la influencia del grupo. Al cortar estos vínculos, las sectas refuerzan su control sobre las personas, haciéndolas más susceptibles a la manipulación.
- Mentalidad de nosotros contra ellos: Las sectas fomentan una mentalidad de «nosotros contra ellos», creando una dicotomía entre el grupo y el mundo exterior. Esto se refuerza a través de una narrativa que retrata el entorno externo como hostil, corrupto o espiritualmente vacío. Al posicionar a la secta como la única fuente exclusiva de seguridad, salvación o iluminación, los miembros quedan psicológicamente ligados al grupo, viendo cualquier disidencia o partida como un rechazo peligroso del único lugar seguro.
- Manipulación y control mental: Las sectas utilizan técnicas sofisticadas de manipulación psicológica y control mental para dominar los pensamientos y acciones de sus miembros. El «bombardeo de amor», una muestra abrumadora de afecto, se utiliza para crear dependencia emocional, mientras que la privación de sueño debilita la resistencia cognitiva. Pueden introducir sustancias que alteran la mente para inducir estados alterados que conducen a la sugestión. Estas tácticas eliminan cualquier autonomía individual, creando un entorno en el que los miembros dependen psicológicamente de la secta y su líder para tener un sentido de propósito y realidad.
- Explotación de la vulnerabilidad: Las sectas a menudo apuntan a individuos en situaciones vulnerables, explotando sus vulnerabilidades emocionales, psicológicas o existenciales. Durante fases difíciles de la vida, como crisis personales o períodos de transición, las personas pueden ser más susceptibles al atractivo de pertenecer, encontrar un propósito o respuestas que las sectas afirman ofrecer. Las sectas capitalizan estas vulnerabilidades, ofreciendo una solución aparentemente transformadora mientras enredan a las personas en su red de influencia.
- Explotación financiera: Las sectas suelen exigir contribuciones financieras sustanciales de sus miembros, perpetuando un ciclo de explotación financiera. Pueden coaccionar o hacer sentir culpables a los miembros para que donen cantidades significativas para la «gran causa» del grupo. Este control financiero no solo genera riqueza para la secta, sino que también garantiza que los miembros permanezcan financieramente invertidos, dificultando su ruptura.
- Supresión de disidencia: Las sectas suprimen estrictamente cualquier forma de cuestionamiento, de modo que las perspectivas alternativas no son bienvenidas y se perciben como amenazas. Se desalienta a los miembros de expresar dudas o críticas, y aquellos que lo hacen enfrentan medidas punitivas. Esta supresión ayuda a mantener una ideología homogénea dentro del grupo, evitando desafíos internos a la autoridad del líder o a los principios fundamentales del grupo.
Estas tácticas forman colectivamente una red de control que atrapa a las personas en las garras de una secta, manipulando sus pensamientos, emociones y comportamientos para servir a los intereses del líder carismático y del grupo. Comprender estos patrones es crucial para reconocer y resistir la influencia de sectas destructivas.
Más allá de las ilusiones: Comprendiendo la religión, los cultos y la espiritualidad
El viaje desde el opresivo Opus Dei hasta la caída libre en la espiritualidad digital me ha convertido en una gran defensora del pensamiento crítico y la independencia. Soy capaz de reconocer las señales de explotación y manipulación, pero ahora sigo mi propio camino cuando se trata de espiritualidad, abrazando conexiones genuinas mientras me mantengo alejada de cualquier enredo innecesario.
Espero que este blog explorando la delgada línea entre religión, sectas y espiritualidad sirva como una guía para aquellos que viajan por senderos similares. También espero haber podido encender una luz para que puedas ver más allá de las ilusiones y encontrarte a ti mism@ una vez más.