/ enero 11, 2024/ Desarrollo Personal
En la búsqueda de la realización personal, es común encontrarnos en un camino que, aunque parezca correcto desde fuera, no resuena con nuestra esencia. Esta es la historia de cómo salí de mi zona de confort y logré la paz interior al elegir conscientemente seguir mi propio camino.
De niña aplicada a chica en prácticas frustrada
Desde pequeña, siempre fui la niña que seguía las reglas, sacaba buenas notas y se mantenía alejada de problemas. Lo más «rebelde» que hice en mi adolescencia fue decidir que quería meterme en el Opus Dei. Gracias a Dios, figuradamente y literalmente, mis padres me pidieron que fuese a la universidad antes de tomar esa decisión. Incluso en la universidad, aunque mis notas no fuesen de sobresaliente y saliese los fin de semana de fiesta, seguía las normas establecidas.
Después de años de estudio en España y luego en Londres, conseguí unas prácticas en esta última ciudad relacionadas con lo que había estudiado. En principio, había hecho todo bien; debería haberme sentido feliz y completa. Sin embargo, me sentí vacía, desconectada de mí misma, y me pregunté por qué.
De presión social a liberación individual
Parte de este vacío se debe a conflictos que no podemos resolver en la infancia y que, a través de terapia, meditación y mucho trabajo en uno mismo, se pueden comenzar a comprender y sanar. No obstante, otra parte importante surge de la presión de la sociedad y expectativas ajenas, que nos empujan hacia un camino predestinado que no hemos elegido, pero que seguimos porque es lo que se espera de nosotros.
Después de este «despertar» y desapego de las expectativas externas, tomé la decisión de seguir mi sueño y viajar a Taiwan. Para financiar mi aventura, me sumergí en el mundo laboral y, para mi sorpresa, encontré más satisfacción en una cafetería sirviendo cafés que en la oficina. Gané confianza en mí misma, me integré en un equipo y comprendí la importancia de formar parte de algo más grande. Este pequeño «atajo» me dio estabilidad financiera y aprendí la importancia de crear nuestra propia red de apoyos o la familia que elegimos y tener un equilibrio entre el trabajo y la vida personal.
De la paz interior y claridad a la realidad
Después de dos años, compré mi billete a Taiwán. Cuando llegué no me lo podía creer. Sentía tanta libertad que, sinceramente, estuve abrumada los primeros días. Pese a sonar a cliché de milenial, Taiwán se convirtió en un lugar donde pude explorar, crecer y encontrarme a mí misma, sin ruidos ni voces externas. En una isla donde no me conocía nadie, ni hablaban mi idioma, donde tuve que entender otra cultura y formas de hacer las cosas, descubrí mi capacidad para tomar decisiones alineadas conmigo misma y con nadie más.
El resultado de este viaje no fue solo paz interior, sino también la percepción de que, aunque existan presiones externas y otras voces, tengo la capacidad de tomar mis propias decisiones y seguir mi propio camino. La vida no siempre es perfecta, y no tenemos por qué viajar a ningún sitio para descubrir esto. De hecho, volví de Taiwán y hasta este año he estado trabajando en cafeterías, hasta darme cuenta que quizás no es el trabajo para este momento de mi vida. La diferencia es que la decisión no es desde el agobio ni vacío, sino desde alinearme conmigo misma y querer un cambio.
Más allá de la conformidad: sigue tu camino.
Descubrir y seguir nuestro propio camino en un mundo lleno de expectativas sociales puede ser un desafío, pero también es un acto de valentía, autenticidad y amor propio. Es normal sentir la presión de cumplir con las expectativas de los demás, ya sea en términos de carrera, relaciones o estilo de vida. Sin embargo, el primer paso hacia la realización personal es reconocer que tenemos el poder de elegir cómo vivir nuestra vida.
La clave es la autoexploración y la conexión con nosotros mismos. Lo que a mi me ha venido bien, incluso antes de viajar, es tomarme el tiempo para reflexionar sobre mis valores, pasiones y metas. Aprender a distinguir lo que realmente quiero y lo que la sociedad espera de mi. A veces, el camino menos transitado es el que mejor se adapta a nuestras necesidades y felicidad.
Encontrar nuestro propio camino es un proceso continuo. No siempre va a ser libertad y felicidad, pero tampoco será siempre soledad y confusión. No hay que tener miedo a desviase de las expectativas convencionales. A medida que evolucionamos, nuestros objetivos y prioridades también pueden cambiar. Hay que tener la mente abierta, confiar en nuestra intuición y seguir avanzando. Al seguir nuestro propio camino, podemos descubrir un sentido más profundo y auténtico en cada paso que damos.
Conclusión: Siguiendo mi propio camino hacia la paz interior
Mi experiencia de seguir mi propio camino desde España, hasta Londres y luego Taiwán ha sido una lección valiosa. He aprendido que a veces debemos liberarnos de las expectativas externas y buscar la autenticidad, aunque implique desafiarnos a nosotros mismos y a los que nos rodean. Seguir mi propio camino me proporcionó muchas herramientas en forma de conocimiento, muchas aventuras e historia y, sobre todo, mucha paz interior.